Entrevista - Sinagoga Justo Sierra

Vaya al Contenido

Menu Principal:

Entrevista

La Sinagoga

ENTREVISTA A LA RESTAURADORA, LINDA SACAL DE RAYEK

SI LAS PAREDES HABLARAN…

La restauración de Justo Sierra 71


Mónica Unikel


Cuando uno entra a la sinagoga Nidje Israel en Justo Sierra, hay varias cosas que llaman nuestra atención, pero la pintura de su techo causa en el visitante una impresión tremenda. Porque es única. Porque es algo no visto en México. Porque no nos lo esperábamos. Nos sobrecoge. Luego baja una la mirada a los balcones donde se sentaban las mujeres, y esa ilusión de mármol también nos impresiona: es una “trampa al ojo”, una ilusión. Y en la pared opuesta al Arón hakodesh hay un mural que representa el jardín del Edén, muy naive, nos encanta por eso, pues no parece la obra de un gran artista, mas sí la de un hombre común que quiso plasmar en ese muro una escena bíblica clásica. O quizás sentirse seguro aquí en la tierra, en esa sinagoga tan de Europa Oriental a unas cuadras del Zócalo.

Hace un año uno entraba a ese lugar y se quedaba con sentimientos encontrados: qué belleza, pero qué abandono…muros de paredes y techo maltratados, llenos de humedad, escarapelados, con poco brillo debido al abandono, a la falta de cuidado, de mantenimiento.

Pero ya no. Y lo digo con la emoción que provoca brillo en los ojos y el nudo en la garganta. Porque es difícil de creer que el trabajo de rescate de Justo Sierra está caminando, y entrar ahora nos saca el aliento por su belleza y luz.

La historia es más o menos así: a raíz de los trabajos de rescate del Centro Histórico y con ellos la promesa de desalojo de los ambulantes de las calles, la Kehilá se dio a la tarea de restaurar Justo Sierra.

Uno de los retos más grandes era la restauración de los murales, y se contrató a Linda Sacal de Rayek para realizar esta complicada labor junto con su equipo de restauradores.

Ahora que los resultados son visibles me senté a platicar con ella, pues quería saber cuál fue su experiencia, sus dificultades y retos, así como sus emociones al participar en esta labor, pues sé que ella había dedicado parte de sus conocimientos a la restauración de obras en iglesias y por primera vez se le presentaba la oportunidad de trabajar en un edificio judío.

Y esto fue lo que me dijo:

Cada trabajo de restauración es como si te enfrentaras a un enfermo, cada uno presenta diferentes síntomas. Al principio cuando vimos el lugar pensamos que el techo iba a ser lo más difícil, pero resultó que las columnas fueron complicadísimas: cada una tiene la mano y la técnica de varios pintores, y no solo eso, cada cara de cada columna es diferente, cada columna me dijo algo diferente, hecha por diferente artista, con diferente técnica: unas craqueladas, otras deslavadas, otras faltantes…por lo que no podíamos avanzar de una a la otra sino haciendo nuevas mezclas de color. Fue tardadísimo, y la verdad es que las columnas es lo que menos va a apreciar la gente.

Lo primero que hay que hacer es consolidar y resaltar la parte original, para luego trabajar en lo que es necesario restaurar.

En cuanto al techo, el problema era la humedad, por lo que lo primero que pedimos fue que se impermeabilizara. Una vez seco, hubo que quitar la cal, resanar, nivelar la capa e igualar el color. Aquí el problema es la posición, es muy incómodo restaurar techos.

En cuanto a la pared frontal –que sabemos que fue inspirada en una sinagoga de Lituania- estaba muy sucio todo, el polvo fue el problema más grande, además había residuos de animalitos, sin embargo era lo mejor conservado de todo y se trabajó con hoja de oro para regresarle todo su esplendor.

Linda es descendiente de inmigrantes de Damasco, y su equipo de colaboradores no son judíos, así que me inquietó saber cómo se habían sentido en esta obra:

La emoción no era solo mía, mis socias estaban asombradas, querían saber todo, cosas que yo daba por hecho por ser judía para ellas resultaba todo un misterio.

Nunca había visto algo así, es un lugar bellísimo, nunca me lo imaginé. El año pasado fui a la Marcha de la Vida, vi sinagogas igualitas! Esto es como nuestra Capilla Sixtina…

Me encantó, me siento muy satisfecha, fue para mi todo un honor haber dado algo de lo que sé hacer[1] para un espacio tan significativo de nuestra historia.

Mis trabajos de restauración han sido siempre religiosos: santos, vírgenes, y no me había tocado hacer algo de nuestra cultura, esto fue muy emocionante.

Cuando lo vieron mis hijos les encantó, es un lugar muy impactante.

Es bien emocionante empezar a rescatar, no lo puedes creer cuando algo destrozado ya queda rescatado.

Así que podemos decir que Linda es una sanadora, si las paredes hablaran, dirían entre otras cosas: GRACIAS.

 
Regreso al contenido | Regreso al menu principal